A veces es increíble como el destino puede traernos muchas cosas inesperadas, en un instante llevarnos a la alegría y a la tristeza, puede incentivarnos a cantar, a reír, a soñar, a creer y a vivir intensamente los momentos que nos va regalando.
Tal vez uno, con el tiempo va perdiendo la ilusión de que todos los días sean alegres, dichosos o repletos de magia, por toparse con todo tipo de desaventuras, seres grises o que no se están permitiendo brillar tan intensamente como deberían, si se puede hay que apoyar para que un poco de nuestro resplandor les empape, les contenga y les ayude a recobrar lo que han perdido.
Mientras el destino nos permita disfrutar de este regalo es mejor, hacerlo crecer y procurar que no se nos escape de las manos de ninguna forma.
Es así como el hecho de encontrarse con una persona a la que quieres, deseas, aprecias, que tal vez en tu búsqueda de la felicidad creías inexistente o que quizás no la tendrías, sorpresivamente es cuando el universo, los astros, los ángeles o quizás hasta Dios confabulan a tu favor para ponerte a la persona frente a ti, causa una extraña sensación, se puede llegar a experimentar hasta temor al no entender como de la noche a la mañana llegas a tener contigo a quién crees es y debe ser por siempre la persona indicada en tu vida.
Entonces no deberías de pedir explicaciones de cómo es que ha ocurrido tan inesperada situación y en lugar de cuestionarte o de querer encontrar como fue que todo se unió para recibir esta dicha, deberías de comenzar a disfrutar de ella, de sonreír y alegrarte porque tienes la gran oportunidad de hacer que todo marche de la mejor manera y que a partir de ahí, desees no perder ningún instante de la personas que ya has comenzado a amar y con quien deseas tener todo por lo que estabas esperando.
Alejandro Mecalco Zamudio
meczam@hotmail.com
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